Si trabajas en el ámbito sanitario, sabes que enfrentarte al diagnóstico de un paciente oncológico no solo implica comprender la enfermedad, sino también conocer a la persona que la padece. Su cuerpo cambia, su mente también, y tu papel como profesional puede marcar una gran diferencia. Por ello, ¿nos acompañas para esclarecer conceptos? Te contamos qué es un paciente oncológico, cuáles son sus principales síntomas y cómo se diferencia de un paciente no oncológico.
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Índice de contenidos
¿Qué es un paciente oncológico?
Un paciente oncológico es aquella persona diagnosticada con cáncer, ya sea en fase inicial o avanzada. Esto significa que presenta una proliferación anormal y descontrolada de células que invade los tejidos sanos del cuerpo. Pero no solo hablamos de una condición física: ser paciente oncológico también implica atravesar un proceso emocional, social y psicológico complejo.
Si te preguntas qué significa la palabra oncológico, debes saber que proviene del griego “onkos”, que significa masa o tumor, y “logos”, estudio. Así, la oncología es la especialidad que estudia los tumores y el cáncer, y lo oncológico hace referencia a todo aquello relacionado con esta enfermedad.
El paciente oncológico puede estar en distintas etapas de su enfermedad: desde el diagnóstico hasta el tratamiento, el seguimiento o incluso la etapa paliativa. Cada una de estas fases requiere una atención específica y un abordaje integral.
¿Qué es un paciente no oncológico?
A diferencia del paciente oncológico, un paciente no oncológico es aquel que padece una patología distinta al cáncer. Puede tratarse de enfermedades agudas o crónicas de distinta naturaleza: infecciones, afecciones cardiovasculares, enfermedades autoinmunes, traumatismos…
En la práctica clínica, esta diferenciación es importante porque el paciente oncológico suele requerir tratamientos mucho más invasivos, seguimiento estrecho, apoyo psicoemocional constante y, en muchos casos, cuidados paliativos. También presenta una sintomatología particular que debe conocerse para un abordaje adecuado.
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¿Qué síntomas tiene un paciente oncológico?
Los síntomas de un paciente oncológico varían en función del tipo de cáncer, su localización, la fase en la que se encuentra y el tratamiento aplicado. Sin embargo, existen una serie de manifestaciones comunes que pueden ayudarte a identificar un cuadro oncológico o sus consecuencias.
Dolor persistente
El dolor es uno de los síntomas más comunes en el paciente oncológico. Puede deberse al crecimiento del tumor, que presiona órganos o nervios, o a los tratamientos, como la quimioterapia. Este dolor puede ser agudo, crónico o intermitente, y su gestión es clave para la calidad de vida del paciente.
Fatiga extrema
La fatiga oncológica va más allá del cansancio habitual. Es una sensación de agotamiento físico, mental y emocional que no mejora con el descanso. Es una de las quejas más frecuentes durante el tratamiento del cáncer y puede persistir incluso después de haber finalizado la terapia.
Pérdida de peso involuntaria
Muchos pacientes con cáncer experimentan una disminución significativa de peso sin causa aparente, que puede deberse al metabolismo acelerado por el tumor, a la disminución del apetito, o a efectos secundarios del tratamiento, como las náuseas o alteraciones del gusto.
Fiebre prolongada o intermitente
En algunos tipos de cáncer, como por ejemplo en las leucemias o los linfomas, es un síntoma muy común. Cuando la fiebre se prolonga en el tiempo o aparece de forma recurrente, es posible que esté indicando que el sistema inmunitario está comprometido.
Cambios en la piel
Manchas, palidez, coloración amarillenta (ictericia), erupciones o moretones sin causa aparente pueden indicar un problema oncológico subyacente. En ciertos cánceres, como el de piel o el de hígado, estas alteraciones cutáneas son especialmente relevantes.
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Sangrados o secreciones anormales
La presencia de sangre en la orina, en las heces, al toser o en secreciones vaginales puede ser un signo de alarma. Aunque no siempre indica cáncer, su aparición debe ser valorada por un profesional.
Alteraciones digestivas
Náuseas, vómitos, diarrea o estreñimiento persistente también pueden ser consecuencia directa del tumor o de los tratamientos. En algunos casos, estas molestias pueden llevar a la desnutrición y requerir un soporte nutricional específico.
Cambios neurológicos o cognitivos
Existen tumores, especialmente los cerebrales, cuya presencia puede provocar alteraciones en la forma de hablar, en la memoria, el equilibrio o la coordinación del paciente. Asimismo, también conllevan (o pueden conllevar) cambios en el estado de ánimo, la aparición de la ansiedad o incluso depresión.
Inflamación o masas palpables
Bultos o inflamaciones visibles o palpables en cualquier parte del cuerpo deben ser evaluados. No todo nódulo es canceroso, pero puede ser una de las primeras manifestaciones de la enfermedad.
Tos persistente o dificultad para respirar
La presencia de una tos que no mejora con el tiempo, acompañada o no de dolor torácico o dificultad respiratoria, puede ser indicio de un cáncer pulmonar o de metástasis en el aparato respiratorio.
Como ves, los síntomas oncológicos pueden ser variados y afectar a diferentes sistemas del organismo. Detectarlos a tiempo, comprender su origen y saber actuar es una responsabilidad compartida entre el paciente, la familia y el equipo de salud.
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