El desarrollo infantil es un proceso complejo que abarca múltiples dimensiones: física, cognitiva, emocional y social. Dentro de este proceso, la psicomotricidad infantil juega un papel fundamental, ya que conecta el movimiento con la mente, el cuerpo con las emociones y la acción con el aprendizaje. Desde los primeros meses de la vida, los niños se comunican y se desarrollan a través del cuerpo; por eso, trabajar la psicomotricidad no solo favorece su desarrollo físico, sino también su autonomía, autoestima y capacidades sociales.
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Índice de contenidos
¿Qué es la psicomotricidad en infantil?
La psicomotricidad infantil estudia y favorece el desarrollo global del niño a través del movimiento. Parte de la base de que el cuerpo es el primer medio de expresión, relación y aprendizaje del ser humano. Así, la psicomotricidad integra funciones motrices, cognitivas, emocionales y simbólicas.
En edades tempranas, el movimiento no es solo una respuesta física, sino también una forma de comprender el mundo y de expresarse. Desde gatear hasta correr, desde lanzar una pelota hasta dibujar, cada acción implica una coordinación entre cerebro, cuerpo y entorno. Por eso, trabajar la psicomotricidad no es solo fortalecer músculos o habilidades motoras, sino también estimular la percepción, la atención, la memoria y la capacidad de relacionarse con los demás.
¿Qué se trabaja en la psicomotricidad infantil?
La psicomotricidad infantil no se centra únicamente en el movimiento, sino en cómo este se articula con el desarrollo mental, emocional y social del niño. Entre los aspectos que se trabajan, destacan:
- Coordinación motora. Tanto la motricidad gruesa (como saltar, correr o trepar) como la fina (coger objetos, manipular piezas, escribir).
- Equilibrio y esquema corporal. El niño aprende a conocer su cuerpo, a orientarse en el espacio y a controlar sus movimientos con precisión.
- Lateralidad. Desarrolla la conciencia de los lados del cuerpo, algo clave para procesos como lectoescritura.
- Percepción sensorial. A través de juegos que estimulan la vista, el oído, el tacto, el olfato y el gusto, se favorece la integración sensorial.
- Orientación espacial y temporal. El niño aprende conceptos como arriba/abajo, cerca/lejos, antes/después, muy importantes para su vida cotidiana.
- Expresión emocional. El movimiento también sirve como vía para canalizar emociones, explorar límites y reforzar la autoestima.
- Interacción social. Al participar en juegos colectivos, el niño desarrolla habilidades de cooperación, empatía, comunicación y respeto de normas.
¿Cuáles son las 4 etapas de la psicomotricidad?
El desarrollo psicomotor no es lineal, sino que avanza en etapas que responden a la maduración neurológica del niño. Estas son las 4 etapas de la psicomotricidad infantil:
- Etapa refleja. De 0 a 1 año. El bebé responde a estímulos mediante reflejos automáticos y, poco a poco, estos van desapareciendo y se transforman en movimientos voluntarios.
- Etapa sensorio-motriz. De 1 a 2 años. Se empiezan a coordinar el movimiento con la percepción sensorial. El niño aprende a caminar, manipular objetos, subir y bajas escaleras y expresar sus necesidades con gestos.
- Etapa preoperacional motriz. De 2 a 6 años. Se aprenden actividades más complejas como correr, saltar a la pata coja, lanzar y recibir objetos. También empieza a organizar su pensamiento y sus emociones.
- Etapa de organización motriz. De 6 a 12 años. El niño adquiere mayor dominio de su cuerpo y puede planificar acciones, seguir instrucciones y participar en actividades deportivas. Hay una integración más armónica entre lo físico, lo cognitivo y lo emocional.
¿Cuáles son los 4 tipos de psicomotricidad?
Según el enfoque y el objetivo de la intervención, podemos diferenciar entre 4 tipos de psicomotricidad infantil.
Psicomotricidad fina
Se refiere a los movimientos precisos y coordinados que implican el uso de pequeñas partes del cuerpo, especialmente las manos y los dedos. Actividades como recortar, pintar, abotonar, escribir o manipular piezas pequeñas trabajan esta área. Es fundamental para el desarrollo de la autonomía y la preparación para la escritura.
Psicomotricidad gruesa
Está relacionada con los movimientos amplios que implican todo el cuerpo o grandes grupos musculares. Incluye actividades como correr, saltar, trepar, girar o lanzar una pelota. Este tipo de psicomotricidad mejora el equilibrio, la fuerza, la coordinación general y el sentido del espacio.
Psicomotricidad emocional
Este enfoque reconoce que el movimiento también expresa emociones. A través del juego simbólico, el teatro, la música o la danza, los niños pueden liberar tensiones, expresar sentimientos y desarrollar habilidades emocionales como la empatía o el autocontrol. Es muy útil en contextos terapéuticos o educativos con niños con dificultades afectivas.
Psicomotricidad terapéutica
Se aplica cuando hay trastornos del desarrollo motor, cognitivo o emocional. En este caso, el objetivo es intervenir de forma individualizada para mejorar habilidades específicas y favorecer la inclusión del niño en su entorno. Suele estar dirigida por profesionales especializados y puede complementar otras terapias.
La psicomotricidad infantil es una herramienta clave para el desarrollo integral del niño y va mucho más allá del simple movimiento: implica conocer el cuerpo, gestionar emociones, relacionarse con el entorno y prepararse para aprendizajes futuros.
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