La afasia es una afección que impide que te comuniques con normalidad. Su evolución es difícil de predecir, ya que varía según su origen, tipo y edad del paciente. A continuación, veremos en profundidad de qué trata este concepto, cuáles son sus síntomas y cómo puede prevenirse. Recuerda que si te interesa este sector de estudio, puedes especializarte con nuestro máster en detección de patologías del lenguaje y del habla.
Índice de contenidos
¿Qué es la afasia?
Cuando hablamos de afasia nos referimos a la consecuencia de una lesión en las partes del cerebro que controlan el lenguaje. Normalmente, las zonas afectadas del cerebro son el lóbulo frontal izquierdo, el lóbulo temporal izquierdo, la parte posterior e inferior del lóbulo parietal izquierdo y las conexiones entre ellas. Esta afección puede dificultar la lectura, la escritura y la expresión oral del paciente.
La afasia puede sufrirse a cualquier edad, ya que depende de diversos factores. Sin embargo, es habitual en ancianos o en personas de mediana edad. La gravedad y las consecuencias dependen también del grado y extensión de la lesión cerebral. Principalmente se pueden distinguir cinco tipos:
Afasia receptiva
Se produce cuando la lesión tiene lugar en las áreas temporo-parietales, donde se ubica el área de Wernicke. Se caracteriza porque el paciente puede escuchar la voz de las personas que lo rodean y ver palabras escritas en un papel sin lograr entender lo que escucha o lo que lee. A pesar de poder hablar con fluidez y a un ritmo natural, las frases que dicen o escriben suelen ser incoherentes. Además, no son conscientes de dichas faltas o errores gramaticales.
Afasia expresiva
Se produce cuando la lesión tiene lugar en el frontal izquierdo, donde se encuentra el área de Broca. La mayoría de los pacientes que la presentan tienen también un déficit motor del hemicuerpo derecho. A diferencia del tipo anterior, en este tipo de afasia el paciente es consciente de sus limitaciones. La expresión verbal se ve muy afectada en este tipo de afasia, al igual que la comprensión lectora. El paciente suele entender el significado de las palabras y sabe qué desea responder, pero encuentra dificultades expresarse con las palabras adecuadas. Por ello, interacciona poco y cuando lo hace suele ser con frases cortas y simples.
Afasia anómica
Se trata del trastorno afásico más común. El paciente tiene problemas para recordar conceptos, nombres, objetos, lugares… Cuando se expresa, suele darle vueltas a la cabeza, creando expresiones o frases con muchas palabras que le permitan expresar algo que hubiera podido decirse con una o con muy pocas palabras en condiciones normales.
Afasia de conducción
En este tipo la lesión radica a nivel temporal. Se pierde la capacidad de repetir lo que se oye o la comprensión de las frases. El paciente suele usar palabras equivocadas, expresándose a través de oraciones sin sentido.
Afasia global
Por último, este tipo de afasia es la más grave. Impide que el paciente pueda hablar, entender, leer o escribir, por lo que la persona no puede comunicarse por medio del lenguaje.
Causas principales y posible prevención
Una de las causas más frecuentes de este tipo de trastorno es el accidente o derrame cerebrovascular. Se produce cuando un vaso sanguíneo se bloquea o se rompe, impidiendo que el flujo de sangre y el oxígeno lleguen a todo el tejido cerebral. Sin embargo, también existen otras causas como los tumores cerebrales, los traumatismos craneoencefálicos causados por duros golpes en la cabeza, las infecciones o incluso la demencia o el Alzheimer. En algunas ocasiones, los episodios temporales de afasia pueden producirse a causa de las migrañas, de convulsiones o de un accidente isquémico transitorio.
Como veíamos anteriormente en los tipos, los síntomas afectan directamente a la forma que tiene los pacientes de expresarse. Por ello, para su prevención, es importante prestar atención a cualquier causa que pueda provocar esta afección. Para ello, se deben evitar todo tipo de lesiones cerebrales, manteniendo unos niveles de colesterol en sangre, evitando excesos con el tabaco o el alcohol o manteniendo una dieta sana y equilibrada para evitar cualquier causa de sobrepeso.
La terapia del habla y del lenguaje es imprescindible para este trastorno, ya que procura mejorar la capacidad de comunicación del paciente. Además, ayuda a encontrar otros métodos que permitan al paciente comunicarse con los demás.